miércoles, 19 de agosto de 2015

El camino que a ti me lleva.


Cada trecho, cada recodo,
cada hoja que, ya seca,
el viento sobre mi hombro
hace volar, sedienta
de al fin alcanzar reposo
en el camino de piedras
que agarro a pasos cortos,
el que a tu lado me lleva;
juntos son simples esbozos
imitando tu belleza.

domingo, 9 de agosto de 2015

La maldición del cajón con su ropa.

Al despertar le dolían todos los huesos. Nunca habría pensado que independizarse sería tan duro. Cada rincón de su cuerpo sufría, ahora, las consecuencias del peso de la mudanza de ayer; y su alma el de haber dejado a su madre llorando. «Se le pasará. Y es un bien para ella, yo le daba demasiado trabajo», se dijo, cogiendo fuerzas para levantarse.


–¡Joder! –gritó– ¡Aquí hay fantasmas!


Las cajas estaban apiladas, todas menos la que se le cayó la noche anterior, que ahí seguía, tumbada tal como la dejó, pero ni rastro de los calcetines que quedaron esparcidos por el suelo.


Miró a la mesita de noche y le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Era el único mueble que se mudó con él, la única pertenencia con verdadero valor sentimental: la había fabricado su abuelo, con sus propias manos, dos días antes de sufrir un accidente mortal.


Abrió el cajón. Las manos le temblaban y un sudor frío acampaba por su espalda. Ahí estaban, perfectamente colocados y ordenados por colores.


Unos golpes secos le sobresaltaron. Llamaban a la puerta. Tardó en reaccionar, pero se levantó y fue a abrir.


–¿Padre? –Se sorprendió al encontrarle en el umbral y con la cara desencajada.

–Tu madre ha muerto.